La noche en la que los Beatles conocieron a Elvis


 
  No se tomaron fotografías y no hay grabaciones. Menos de 20 personas estuvieron presentes. Por esto es que es difícil de explicar el porqué una de las reuniones más grandes en la historia del rock haya pasado prácticamente desapercibida y se limite a una simple anécdota. Pero estos son los hechos de este encuentro único: en una tranquila noche de agosto en 1965, dentro de una mansión alquilada en las colinas de Bel Air (Los Ángeles) Elvis conoció a los Beatles. 

    La casa era la de Elvis y los Beatles (en una caravana de limosinas) fueron a él. Un poco protocolario para las jóvenes superestrellas que llegaron a rendirle tributo a una vieja estrella, que había sido una autentica inspiración para el grupo, y para John Lennon en particular. Lennon y Paul McCartney siempre habían expresado su interés de conocer al ‘Rey’ cuando los Beatles visitaron por primera vez Estados Unidos en febrero de 1964. 

    Brian Epstein buscó el encuentro y logró establecer contacto con el Coronel Tom Parker, el particular manejador de Elvis. Por cuestiones de calendario no se pudieron encontrar y el único contacto que hubo entonces entre las estrellas fue a través de un telegrama con una felicitación por parte de Elvis y el Coronel que Ed Sullivan leyó al aire luego del debut del grupo en su programa de televisión. 

    Y al cierre de la gira de los Beatles en 1965 todas las estrellas literalmente se alinearon. El grupo estaba en Los Ángeles para unas presentaciones en el Hollywood Bowl y Elvis se encontraba en la ciudad luego de completar la filmación de la película Paraíso al Estilo Hawaiano en Hawai. Epstein y Parker rápidamente establecieron algunas reglas claves: una reunión de perfil bajo en la casa de Elvis, sin fotógrafos, ni presencia de periodistas, aunque Parker se aseguró de avisarle a algunos seguidores locales para que estuvieran presentes cuando los autos ingresaran a la casa de Presley. 

    Los cuatro integrantes de los Beatles estarían acompañados por Epstein y Mal Evans, su manager de la gira. Elvis estaría con su esposa Priscilla y algunos integrantes de confianza de su entorno, denominado la “Mafia de Memphis”. Para el entretenimiento había una mesa de billar, una ruleta y una mesa para cartas. Y aunque Elvis no le gustaba mucho el alcohol, se disponía de una selección ligera de tragos. 

    Un poco después de las 10 de la noche del 27 de agosto una línea de limosinas llego a la casa, una por cada uno de los integrantes de los Beatles: John, Paul, George y Ringo, mientras que Epstein y Evans llegaron en otro automóvil y se detuvieron frente a los aficionados que se habían reunido en las afueras de la casa ubicada en el vecindario de Perugia. En cuestión de minutos las dos fuerzas más grandes en la historia del rock estaban frente a frente. Las presentaciones de rigor se realizaron. ¿Y ahora que se suponía que debería pasar?. 

    Los Beatles se les notaba más emocionados e incluso tímidos al saber que estaban conociendo una gran estrella e incluso hubo momentos al comienzo de silencios bastante incómodos. “Cuando tu caminas y entras a la casa de Elvis Presley es diferente…” conto Jerry Schilling, estaba presente y pertenecía al entorno de la ‘Mafia de Memphis’. “No importa cuán talentoso y confiado en ti mismo pero su sola presencia llevan las cosas a otro nivel. Eso podía verse con los Beatles. Pero Elvis sabia que debía hacer. 

    En ese gran cuarto dijo rompiendo el silencio ‘si ustedes se van a quedar sentados ahí para mirarme, mejor me voy a dormir’, todos sonrieron y de esta manera se rompió el hielo”. Elvis y John Lennon pronto descubrieron que tenían una mutua admiración por Peter Sellers y comenzaron a recitar líneas de Dr. Strangelove, una película que había sido estrenada al comienzo de este año. “Elvis amaba las locuras, el humor absurdo y creo que eso sorprendió a los Beatles”, comentó Schilling. “A él le encantó imitar el movimiento en la película en el que el doctor no podía dejar de asfixiarse con su propia mano artificial y también recuerdo que John tenía algunas buenas imitaciones sobre la película. 

    En cuanto a personalidades, John realmente me recordó ese lado humorístico bien gris y negro que tenia Elvis, ese lado que nunca se veía en sus películas. Elvis era muy hábil, sincero, pensaba muy rápido y podía dejarte en silencio con un comentario muy mordaz y acertado. Ese lado solo lo conocimos quienes vivimos y compartimos con él y ese lado salió esa noche con John”, puntualizó Schilling. 

 
   Algunos cocteles se sirvieron y ya el ambiente estaba más distendido. Y Elvis se sintió lo suficientemente cómodo para tener uno de sus hábitos musicales: poner a sonar una de sus canciones favoritas (“Mohair Sam” de Charlie Rich) y siguió la melodía con un bajo eléctrico, se sentó al lado de un amplificador y el sistema de sonido – podías ver cómo se iluminaban los ojos de Paul y ahora él tenía algo de qué hablar con Elvis. 

    Por su parte George Harrison salió a un balcón a fumar marihuana con Larry Geller, un colaborador de Elvis con el inusual trabajo de ser su peluquero y “asesor espiritual”. Jerry Schilling se unió a Ringo para enfrentar a Mal Evans y a un primo de Elvis en un duelo en la mesa de billar pool. Con el paso de los años siembre ha habido gran especulación sobre lo que pudo haber pasado cuando empezó a sonar ‘Mohair Sam’. Siempre se encontraban muchas guitarras en la casa de Elvis y es posible que Lennon hubiese intercambiado algunas notas con una de sus canciones favoritas de los años cincuenta. Pero no había una batería y ningún instrumento para un zurdo, así que los rumores de una intensa sesión de música improvisada parecen irreales. “La verdad eso no ocurrió, si eso hubiese sucedido yo hubiera sido el primero en estar al frente de ese momento único”. 

    La velada continuó con Elvis y los cuatro Beatles, que tuvieron una gran noche como si fueran muy amigos. “Ahí estaban reunidos cinco tipos que en el mundo entendían perfectamente el nivel de fama de los demás”, explica Schilling. “Los cinco grandes entretenedores del mundo estaban en una sola sala, sin problemas de ego, sin ni siquiera hablar de eso. Estaban disfrutando su compañía, todos muy tranquilos y nadie quería impresionar a nadie. 

    Los Beatles tenían la misma actitud de Elvis y entre todos lograron crear una maravillosa noche”. Antes de finalizar la noche, Lennon decidió invitar una invitación a Schilling. John sabia que Elvis no podría salir de su casa, pero sabía que Jerry si podría hacerlo. Así que al siguiente día estaban departiendo en otra mansión John, Paul y George, mientras que Ringo pasó la mayor parte del tiempo al interior de la casa hablando con su esposa por teléfono. 

    Los tres Beatles tenían en sus cabezas una toalla y descansaban antes de su show en San Diego. En algún momento de la tarde Lennon se acercó a Jerry con un mensaje que quería que le entregara a Elvis. “Decía… ‘no tuve el coraje para decirle esto a Elvis anoche pero cuando yo estaba en la escuela secundaria quería hacer todo lo necesario para verme y ser como él y por eso estuve a punto de ser expulsado en varias ocasiones. Dile a Elvis, por favor, que sin él yo no hubiera sido nadie’”. Schilling aceptó una nueva invitación para regresar a la mansión de los Beatles y esa nueva tarde estaba viajando en una limosina con John Lennon y Joan Baez para presenciar un nuevo show de los Beatles en el Hollywood Bowl. 

    Mientras el auto se dirigía al lugar del show, Schilling comenzó a pensar sobre lo importante que era la lealtad para Elvis y lo básica que era para su entorno. “Comencé a pensar que yo tenía una gran vida en ese momento y sólo bastaba que otro integrante de la ‘Mafia de Memphis’ le dijera a Elvis sobre el paradero de Jerry…”. Y comenta Schilling...: “Elvis siempre fue una persona muy noble y generosa, pero ese tipo de detalles no le gustaban, especialmente entre sus más cercanos colaboradores. 

    Así que quizás yo sea la única persona en la historia que haya sido invitado por los Beatles, que lo hubieran llevado en su auto y que hubiese salido del show antes de que comenzara”. Hasta hoy Schilling no se lamenta de que no haya un testimonio de audio, video o fotográfico de la histórica reunión entre Elvis y los Beatles. 

   Es un recuerdo que queda solo para quienes lo vivieron. Sólo lamenta que esa reunión no hubiese ocurrido en otra época. “Lo único que hubiese cambiado de este encuentro es que haya sido en otra época, cuando ellos y Elvis estaban en lo más alto de sus carreras”, explica Schilling. “Pasamos un buen rato, pero años más tarde los Beatles tenían un álbum como Sgt. Pepper y Elvis estaba preparando su especial de 1968. En esa época hubiese sido mucho más interesante la velada”.

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